El 28 de octubre de 1985, tres jóvenes noruegos, Morten Harket, Magne Furuholmen y Pål Waaktaar, lanzaban al mundo su primer álbum, Hunting High and Low, sin imaginar que estaban a punto de cambiar la historia del pop. Cuatro décadas después, aquel disco debut sigue siendo una joya irrepetible del sonido ochentero.
Bajo el sello Warner Bros. Records, Hunting High and Low no solo convirtió a a-ha en íconos globales, sino que definió la estética del synth pop con una mezcla perfecta de melodías luminosas, letras emotivas y una producción tan moderna como elegante. Su impacto fue inmediato: más de 23 millones de copias vendidas y un lugar permanente en la memoria musical colectiva.
El impulso definitivo llegó con “Take on Me”, una canción que parecía hecha para trascender el tiempo. Sus sintetizadores vibrantes, su estribillo imposible de olvidar y, sobre todo, la voz inconfundible de Harket la convirtieron en un fenómeno mundial. Pero su éxito no fue casualidad: tras un lanzamiento inicial sin gran repercusión, Warner apostó por un videoclip revolucionario que mezcló animación y acción real mediante la técnica de rotoscopia. El resultado fue historia pura.
El video, una historia de amor que saltaba del papel al mundo real, conquistó MTV y redefinió el concepto de videoclip. En 1986, ganó seis premios MTV Video Music Awards y llevó a Take on Me al número uno en más de 25 países. Desde entonces, su silueta dibujada y su ritmo contagioso forman parte del ADN del pop.

Más allá del sencillo estrella, el álbum guarda otros tesoros: la melancolía épica de “The Sun Always Shines on T.V.” o la sensibilidad introspectiva de la balada que da nombre al disco, “Hunting High and Low”. Cada canción parece capturar una emoción distinta, tejida con la delicadeza de una época en la que el pop aún creía en la magia.
Con el paso de los años, Hunting High and Low ha sido reeditado y celebrado en múltiples ocasiones ediciones de lujo en 2010 y 2015, pero su esencia sigue intacta: la de un debut que sonó como un sueño y terminó convirtiéndose en leyenda.
Cuarenta años después, a-ha sigue sonando alto y lejos, como si aquel eco de sintetizadores jamás se apagara.
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